Uno de los temas más frecuentes a los que se puede enfrentar un asesor de empresa familiar es la pregunta: ¿Cuándo se debe realizar un protocolo familiar?. Esta cuestión surge con frecuencia en la familia empresaria cuando comienza a detectar tensiones o anticipan situaciones que podrían escalar a conflictos.
Este artículo recoge la visión y el criterio de Manuel Pavón, especialista en asesoría de empresa familiar, quien, desde su experiencia con familias empresarias, ofrece una respuesta clara sobre cuándo conviene abordar este proceso clave.
En términos generales, no es una herramienta que deba imponerse en cualquier fase de la vida de la empresa, sino que tiene un momento óptimo para su implementación. Ese momento está directamente relacionado con el relevo generacional.
Según la experiencia de Manuel Pavón, el momento ideal es cuando:
- La siguiente generación ha alcanzado cierta madurez (alrededor de los 30 años), estén o no incorporados en la empresa.
- La generación fundadora se encuentra en una etapa de plena actividad, con edades entre los 60 y 65 años, aunque podría ser algo antes.
Este equilibrio permite que ambas generaciones trabajen juntas durante un tiempo prolongado, antes de que se produzca una sucesión formal, lo que fortalece el proceso de transición y facilita la construcción de acuerdos duraderos.
El protocolo como inicio de la transición generacional
El protocolo familiar no es el final del camino, sino más bien el principio estructurado de la transición generacional. Su objetivo principal es establecer un marco de diálogo y reglas compartidas que regulen la relación entre la familia empresaria y su empresa.
Este proceso:
- Ayuda a prevenir conflictos antes de que se manifiesten abiertamente.
- Permite que las decisiones se tomen con la participación activa de ambas generaciones.
- Da espacio a la reflexión estratégica sobre el futuro del negocio y de la familia empresaria.
¿Y si la siguiente generación aún es joven?
En aquellas familias donde los hijos son menores de 30 años o incluso estudiantes, no se recomienda comenzar aún con un protocolo familiar. En estos casos, es preferible apostar por herramientas formativas y participativas como el consejo de familia.
Este órgano permite iniciar a las nuevas generaciones en el conocimiento de la empresa, sus valores y su historia, preparándolos para participar activamente cuando llegue el momento adecuado para formalizar un protocolo.
Conclusión
El protocolo familiar es una herramienta clave en la gestión de la empresa familiar, pero solo será verdaderamente efectivo si se elige el momento adecuado para implementarlo. Ese momento llega cuando las generaciones conviven, dialogan y están preparadas para trabajar conjuntamente en la construcción de un futuro compartido.
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Un artículo de Manuel Pavón.